• 07 de Julio

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[OPINIÓN] Todo parece estar bien… pero no lo está

Marta Godoy Carrión

Presidenta

Asociación Histórica de Funcionarios Municipales Puerto Varas


Desde afuera, el edificio municipal se ve imponente. Los vecinos entran, hacen sus trámites y se van pensando que todo está en orden. Pero quienes trabajamos adentro conocemos otra historia. Una que nadie quiere contar, pero que urge sacar a la luz.

El abandono no siempre es visible. No es solo una filtración o una oficina colapsada lo que pesa, sino la sensación persistente de que a nadie le importa. Hemos planteado muchas veces la necesidad urgente de mejorar las condiciones: infraestructura deteriorada, espacios indignos, sobrecarga creciente. Las respuestas han sido, en el mejor de los casos, tardías; en el peor, inexistentes.

Y mientras las paredes se agrietan, también lo hace la confianza en una administración que habla de justicia, pero actúa según quién seas y de dónde vengas.

Un tema recurrente en los discursos del alcalde, como en la reciente cuenta pública, es la promesa de una nueva planta municipal. Se insiste en modernizar y profesionalizar, pero esa visión no se condice con la realidad que enfrentamos. Para avanzar, hay requisitos básicos que no se han abordado.

El cuerpo colegiado conoce esta situación, pero no ha actuado. Las fiscalizaciones son nulas. Se ve el problema, pero no se enfrenta. Es como construir una casa sin cimientos, esperando que se sostenga con palabras.

Una de las heridas más profundas ha sido la desigualdad laboral. Funcionarios de carrera con años de experiencia, títulos y responsabilidad ganan sueldos ajustados. En cambio, personas recién llegadas, muchas sin experiencia ni funciones claras, ocupan cargos “administrativos” con sueldos muy superiores.

Mientras algunos departamentos hacen mucho con poco, en otros abundan cargos de confianza que duplican funciones o simplemente están sin estar, lo que parece más un pago de favores políticos.

Lo más doloroso no es solo la desigualdad económica, sino el trato. A los funcionarios de carrera se les aplica la ley con rigor mientras que, a los funcionarios de confianza, se les trata con mayor permisividad. La vara no es la misma.

Afuera se proyecta una imagen amable. Pero adentro reina la frustración, sostenida por un diálogo constante sin soluciones reales.

No escribimos esto para polemizar, sino para invitar a mirar con más profundidad. Un municipio justo debe empezar por ser justo puertas adentro.

Porque sí, todo parece estar bien pero no lo está. Y es hora de decirlo.