• 22 de Mayo

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¿De qué va este bien llamado clásico?: Estamos  en la segunda mitad del siglo XIX en París y en el edificio de la Ópera. Una construcción enorme, llena de salas y vericuetos y un subterráneo de varios niveles que iremos conociendo. Hay rumores de que esta casa de la música parisina alberga la existencia de un fantasma. Y luego hay evidencias de su tenebrosa presencia. Y más aún: pareciera estar enamorado de una joven y hermosa cantante lírica. La sinopsis del libro dice mucho más, pero hasta aquí lo dejo, porque es clave que quién se adentre en esta lectura lo vaya descubriendo por sí mismo, si es posible, aunque me parece que esta historia por las películas y otras obras es bien conocida.

La fuerza del libro está en su bien armado argumento. Y la lectura fluye fácil, gatillada por la chispa generada desde la combinación de suspenso, misterio, horror y romanticismo trágico.

Un clásico que una vez iniciado, invita a seguir leyendo, superando la idea preconcebida que yo tenía de que es otro libro al que hay que leer “porque está en mi lista de clásicos pendientes”

Una de las claves del libro es cómo Leroux va soltando a cuentagotas la información que uno quiere saber. Ello permite que la trama avance casi sin altibajos.

El argumento, con su icónico protagonista, ha llevado a diversas iniciativas para transmitirlo de otras formas. Hay obras de teatro, películas y musicales a lo largo del tiempo y desde inicios del siglo XX, cuando el autor publica a su fantasma por entregas en un diario. Y todo ello, en medio del empecinamiento de Gaston Leroux de proclamar a los cuatro vientos de que su fantasma existió y esgrime sendos argumentos que avalan su tesis. Cada cual tendrá su opinión al respecto.

Quienes han enfrentado a fantasmas coincidirán conmigo que pueden ser muy desagradables e inoportunos, algunos incluso agresivos. Pero este fantasma de la Ópera no es un fantasma cualquiera. De tropelías y acciones graves tiene su currículum bien lleno. Y también nos presenta su talento y sus virtudes, especialmente la de ser un monstruo con una capacidad de amar hasta el infinito.

Sin embargo, su lugar desgraciadamente parece ser que no está en medio de la gente. Está condenado a la soledad. Por ello, este fantasma provoca un sentimiento enorme de compasión, aquel que Leroux siente por él y que busca transmitir a los lectores. Conmigo lo ha logrado.