El actual gobierno municipal es de continuidad. En el relato de campaña y en los días posteriores al reciente triunfo electoral, se ha repetido la idea de que este será el momento de cosechar todo lo que se ha sembrado para lograr el Puerto Varas que soñamos. ¿Qué sueños son esos? ¿El de todos? ¿El de la mayoría? ¿Existe una visión consensuada y aceptada de cuál debería ser el Puerto Varas del futuro?
En su comprensión, la palabra que inspira el movimiento que patrocina al actual alcalde, la transformación, aparenta evocar sentimientos de un sector con más izquierda que centro. Una posición que pasó de cómoda a incómoda, de emotiva y convocante, a políticamente poco conveniente. El proceso del estallido social, la dignidad, el neoliberalismo, el plurinacionalismo, incluso, el estado región Los Lagos, parecen recuerdos de un tiempo intenso, pero postergado en el universo de las prioridades y tendencias.
La transformación, esa orientación fundacional a cambiarlo todo, ahora más que una lucha, parece un paseo tranquilo, adaptado para todas las edades y todos los gustos. Por ejemplo, candidatos que antes, elección 2020, eran parte de esa vieja manera de hacer política, extintos, tildados de fracasados responsables del fracaso, en la elección 2024 se convierten en aliados estratégicos. En 2020 eran lo que había que superar, en 2024, eran los que había que apoyar.
Este cambio se puede entender como una maduración más que como una inconsistencia, fruto de un hecho incuestionable, estar a cargo no es lo mismo que querer estar a cargo. Criticar, proponer, sugerir, cuestionar, definitivamente es más fácil que hacer. Como se dice, otra cosa es con guitarra. Y cuando no hay experiencia con la guitarra, se pagan las clases, tal como ha sucedido en diversos frentes.
Con el curso de los años, la maduración, las lecciones de los errores, cambia también el relato. El gobierno municipal ha prometido que este período será la cosecha de su propia siembra. Se destaca la oportunidad como consecuencia de la captación ambiciosa de recursos en el presupuesto municipal, en un contexto complejo de progresiva regionalización, ajustada a la medida que se pueda. Con todo, el aumento del presupuesto municipal sigue representando un logro para la gestión municipal. No obstante, el contar con los recursos es tan importante como su buen uso.
Lo que pase con las obras del cerro Philippi, el estadio Ewaldo Klein, el plano regulador, la nueva costanera, la implementación de zona metropolitana, los buses eléctricos, la transformación del relleno sanitario La Laja, entre otros asuntos determinantes, marcará la pauta de la evaluación. No se tratará de lo que se quería hacer, sino, de lo que se hizo y cuánto de eso en efecto funcionó como se había anunciado. Concretar las obras, como corresponde, en los plazos señalados, será la manera más realista de evaluar esta etapa de la comuna. Ni las mesas barriales, ni la agenda 2030, ni los discursos emotivos, ni los posteos en instagram con fotos profesionales, serán más relevantes que los hechos. No es el lenguaje el que construye la realidad, son los hechos los que construyen la realidad.
Se agrega que en este contexto de obras son amores, hay que asumir que la comuna no es como era. Viven más personas que antes, con todo lo que eso significa. Aumenta la demanda de conectividad, salud, educación, seguridad, integración social, entre otros. También cambian las demandas por servicios. Basta contar la cantidad de tiendas para mascotas que se han instalado en Puerto Varas los últimos 5 años para dar cuenta de este escenario.
Así, en 2025 parece ser que la transformación se transforma. El desafío ya no es la liberación de políticos ineptos que permiten lo indigno. Ya no son políticos de izquierda, de centro, de derecha, de viejos partidos, de nuevos movimientos. La transformación ahora es simplemente cumplir con la comuna. Tal vez, lo que siempre debió haber sido.