Si hay un tema que se repite en Puerto Varas es la distinción entre quienes son de afuera y quienes son de acá. Es una frontera que se dibuja en distintos debates, dependiendo del momento. Puede ser en temas políticos, culturales, económicos, sociales, deportivos. Aparece como una cosa que está ahí, pero que no siempre se entiende bien.
Para el caso, lo que vale es haber nacido y crecido en Puerto Varas. No basta con solo crecer acá. No basta con haber vivido años acá. Ni siquiera es suficiente tener hijos nacidos acá. Hay un ejemplo curioso, pero nítido de este tema: cuando fue la elección municipal del 2020, se cuestionaba si el actual alcalde era de acá o no. Nació en Santiago. Se vino a las dos semanas de haber nacido. Dos semanas que para muchos no se perdonan, al menos en las redes sociales. No es de acá. ¿Funciona así?
Puerto Varas tiene una fuerte identidad local, orgullo con denominación de origen, reflejado en tradiciones y costumbres, todo un patrimonio vivo. Cierto, pero eso no puede adicionar una superioridad moral de pureza identitaria, construyendo un portón de esencialismo local, porque incluso, es plenamente contrario a los mismos valores identitarios que representan los de acá.
Este debate, que puede parecer absurdo, se replica en muchas localidades. Por lo general, entre más se siente la distancia en la relación con el centro del país y la capital, más se acentúa. Incluso, determina la conducción. Bloques políticos desde Santiago reparten cupos en reuniones críticas y exigentes, donde cartas de candidatos, locales y afuerinos, aparecen con la presunta vocación de contribuir al desarrollo local. Que el candidato sea de acá, parece que suma, también para los candidatos del mismo bloque que no son de acá. Entonces, se reparte el naipe, y llevar a un candidato de acá puede implicar que sea cualquiera que tenga opción de ganar. Un cálculo y una conveniencia, asociada a la denominación de origen. Vota por los de acá, determinados por los de allá, que no son de acá. O bien, vota sólo por lo de acá, sin jamás considerar a los de allá. ¿Qué es esto?
Esta semana la Asociación Histórica de Funcionarios Municipales de Puerto Varas hizo esta distinción en una declaración pública. Parte de los problemas que denuncian, temas que por cierto son sinceramente atendibles, es lo que pasa con los recién llegados. Se da a entender que son funcionarios privilegiados, mejores sueldos, trato diferenciado, y más encima, con menos experiencia. ¿Importa que sean de Santiago? ¿Y si fueran de Castro? ¿O de Valdivia? ¿O de Arica? ¿Si vinieran de Alemania, Suiza o España, México, Venezuela o Perú?
¿Y si fueran de Puerto Varas, pero con solo uno, cinco, diez, veinte, cuarenta años aquí? Las explicaciones también tienen algo que decir. Los kilómetros se cruzan con ideas, fronteras, criterios y determinaciones. Las cuotas políticas, las cuotas administrativas, la toma de decisiones, la justa relación entre quien es quien, parece construir esa sensación de que algunos ocupan espacios que otros consideran propios ¿Es eso lo que pasa?
Puerto Varas, en su condición de puerto es también una puerta, lugar donde quienes llegan conversan con quienes están. Viajeros que se quedan, residentes que se van. Personas viviendo en un tiempo y en un lugar. Un día, un mes, un año. Un siglo. La historia que se hereda convive con la historia que se vive, asumiendo sus similitudes y diferencias. El lugar de pertenencia es sobre todo el sentido de pertenencia, incluso, más allá del tiempo físico de estar en el lugar. Tiene que ver con una mirada sobre lo local, que vincula hacia la determinación de aportar al lugar donde se vive la vida. No se trata de cegar las diferencias, ni olvidar el conocimiento que otorga la experiencia de la residencia prolongada en el tiempo, pero ni una diferencia debería rehuir la mirada hacia el rostro, venga de donde venga.
Parte del potencial de crecimiento de Puerto Varas está precisamente en la calidad de la relación entre los que están y los que vienen. Resguardar lo propio, sin perderlo, es una responsabilidad compartida por residentes y visitantes, más allá de su lugar de origen. La historia de puertos en Chile que vivieron un momento mucho más feliz que su actual decadencia evidencia riesgos. No obstante, cuesta creer que un puerto defienda su identidad cerrando las puertas.